La ciudad como derecho humano. Autor: Ramón Cruz
La ciudad como derecho humano
Autor: Ramón Cruz
Esta semana, más de 35,000 personas se encuentran en Quito, Ecuador, para participar en la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre vivienda y desarrollo urbano sostenible, mejor conocida como Hábitat III.
Este evento, que sucede solamente cada 20 años, tiene como objetivo reforzar el compromiso global en pro de un desarrollo urbano sostenible por medio de la adopción de una “Nueva Agenda Urbana” (NAU). Dicho documento se propone guiar los esfuerzos de urbanismo a nivel global y exponer nuevos paradigmas urbanos en un momento histórico en que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades. Mañana, después de dos años, culminará lo que ha sido un proceso inusualmente participativo para la ONU, con la histórica firma de la NAU.
Tuve la oportunidad de participar en la redacción de la NAU y me satisface ver que, por primera vez en la historia, un documento internacional evoca de manera tan elocuente una visión de ciudades compactas, con desarrollo orientado al transporte público, calles completas con usos mixtos, crecimiento policéntrico y prevención del desparrame urbano, entre otros conceptos. Los mismos, aunque no son conceptos nuevos, nunca han figurado en un documento de esta magnitud de la comunidad internacional.
El documento no dejó de ser controversial pues discute conceptos como el “Derecho a la Ciudad”. Esto significa un “derecho humano” a una vivienda digna, a servicios y a oportunidades mientras ofrece un escudo simbólico contra la “gentrificación”, los desalojos y la privatización del espacio común. También el documento deja mucho que desear en su falta de especificaciones para un marco de implementación de las políticas que promueve. En este aspecto fue una oportunidad perdida pues era una forma de enlazar el desarrollo urbano a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y el Tratado de Paris sobre Cambio Climático, ambos adoptados en el 2015 y que cuentan con fondos para su implementación.
Esta conferencia nos sirve para poner en perspectiva la realidad urbana en Puerto Rico y repensar ¿qué tipo de ciudad queremos? En nuestra área metropolitana han reinado en las pasadas décadas políticas y prácticas desarticuladas y excluyentes: urbanizaciones con control de acceso, despoblamiento de los cascos urbanos, áreas peatonales inadecuadas e inseguras con aceras obstruidas, preferencia hacia el automóvil y a sus conductores quienes son los mas pudientes económicamente, hostilidad hacia peatones y ciclistas, un sistema de transporte público deficiente y recientemente lacerado por políticos que nunca se han montado en una guagua.
Pero los 35,000 activistas, conocedores y líderes que se han dado cita en Ecuador nos dan esperanza de que una ciudad más inclusiva es posible, sobre todo cuando se hace de una forma participativa. El premio otorgado al Proyecto Enlace del Caño Martín Peña y su Fideicomiso de la Tierra es un reconocimiento de lo que el mundo necesita: procesos participativos desde la base comunitaria en la toma de decisiones que los afecta en vez de decisiones de ordenamiento territorial tomadas por asambleas municipales controladas por un partido político auspiciando modelos preestablecidos por un desarrollador “bien conecta’o”.
Aunque Puerto Rico se ha encaminado en un proceso suburbano con baja densidad y planificado alrededor del automóvil es necesario construir espacios comunes y abiertos que permitan la interacción de diferentes clases sociales y en el que todos tengan acceso. Nos urge construir entornos urbanos más densos, de manera vertical, que acorten distancias y permitan movilidad a los que no tienen carro y a nuestros jóvenes y ancianos. ¿Será posible construir una ciudad que nos incluya a todos?
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